martes, 19 de febrero de 2013
Discurso de Hitler a las juventudes alemanas
Maestro en la manipulación de las masas, Hitler generó entusiasmos en sus discursos sin decir prácticamente nada coherente. He aquí un ejemplo de ello.
lunes, 18 de febrero de 2013
jueves, 14 de febrero de 2013
Himno de la URSS.
El Himno de la Unión Soviética (Гимн Советского Союза), reemplazó a La Internacional como el himno nacional el 15 de marzo de 1944. La letra fue escrita porSergéi Mijalkov (nacido en 1913) en colaboración con Gabriel El-Registan y la música fue compuesta por Aleksandr Aleksándrov. Se creía que los soldados soviéticos responderían mejor a un himno dedicado a la Unión Soviética que a uno dedicado a un movimiento mundial. La canción fue originalmente el himno del Partido Bolchevique, con letra de Vasili Lebedev-Kumach en 1939.
Después del colapso de la Unión Soviética en 1991, Rusia adoptó un nuevo himno, pero en 2000, el antiguo himno soviético fue readoptado, con nueva letra, representando a la nueva Rusia post-soviética y sin mencionar al comunismo.
Las dramáticas horas que siguieron al Armisticio (1918). Stephen Bates
La batalla que puso
fin a la Primera Guerra Mundial terminó bruscamente. Los comandantes alemanes
Hindenburg y Ludendorff se dieron cuenta de que no podían ganar: estaban
rodeados por los aliados, el descontento cundía en las ciudades alemanas y
había síntomas de subversión en el frente. Cuando Ludendorff comunicó a sus
hombres la rendición, los oficiales se quedaron boquiabiertos. El coronel
Albrecht von Thaer escribió: «Sus palabras tuvieron un efecto
inenarrable. Mientras Ludendorff hablaba, se podían escuchar sollozos y
quejidos... Yo estaba a la izquierda del director general von Eisenhart. Nos
dimos la mano de forma instintiva... Casi se la destrozo... Le dije:
«Excelencia, ¿es eso cierto?» Ludendorff permaneció impasible y, esbozando una
triste sonrisa, me dijo: «Desgraciadamente sí. Así están las cosas y no veo
otra salida».
Pero el alto el fuego
llegó demasiado tarde para algunos. El poeta Wilfred Owen había muerto una
semana antes y sus padres recibieron la noticia en su casa de Oswestry, justo
cuando las campanas tocaban para celebrar el Armisticio. El soldado Louis
Harris, de Leeds, que había servido dos años en el frente, fue fusilado por
deserción cuatro días antes del Armisticio. El sargento D'Heller, del 415
Regimiento francés, que había retrasado su permiso para ir a ver a su hijo
recién nacido, «porque no era el momento de abandonar a
sus compañeros», fue asesinado la noche del 10 de noviembre.
La misma mañana del 11
de noviembre se produjeron algunas bajas, a pesar de que la noticia del alto el
fuego se propagó con gran rapidez. A algunos no les gustó nada. Gunner Worsley,
de la Artillería Real, estaba en ese momento en la casa de una mujer francesa y
afirmaba: «La mujer no quería que la guerra terminara. Seguía gritando:
"¡Berlín, Berlín!" como si nos hubiéramos rendido demasiado pronto.
Quería venganza. Le contesté que yo hubiera podido morir y me dijo: "Ça ne
fait rien" (no importa).
Algunos creían que
todavía tenían que demostrar algo. Cerca de Verdún, la batería del capitán de
artillería del Ejército norteamericano Harry Truman, que después sería
presidente, siguió disparando hasta las 10:45 de la mañana. Estaba probando
unos proyectiles de largo alcance. A las 11.00 en punto, un pelotón del segundo
destacamento de Middlesex estaba situado justo enfrente de una posición
alemana: «No nos resultó fácil convencer a los
hombres de que no debían atacar. Ellos decían que no se enteraría nadie y que
era una lástima no matar a unos cuantos alemanes más».
En Lessines, el
general de brigada Bernard Freyberg dirigió una carga de caballería a las 10:55
y escribió a Churchill diciendo: «Ha sido la mejor
forma de acabar mi guerra, persiguiendo alemanes por las calles, estoy seguro de
que le hubiera gustado». Se le otorgó un galón más por esta última acción.
En el frente, el
escritor John Buchan estaba con las tropas sudafricanas: «Dos minutos antes de que dieran las 11.00... vieron una ametralladora
alemana. Después de disparar una cinta entera, el soldado se levantó, se quitó
el casco, saludó y se fue andando a la retaguardia».
Dos minutos antes del
alto el fuego, fuera de la ciudad de Mons, el soldado canadiense George Price
se agachó para coger las flores que le ofrecían unos niños belgas. Se quitó el
casco y un francotirador alemán le disparó a la cabeza. Se cree que fue la
última baja de los aliados. La reacción al alto el fuego no produjo el mismo
efecto en todo el mundo: «Hasta que Alemania no presente su
rendición incondicional, sería un gran error abandonar», escribió el capitán
F.S.G. Barnett en una carta a su familia. «Dos victorias en un
día», escribió un soldado australiano. «Hemos ganado la
guerra y hemos derrotado a la Quinta Compañía de Operaciones en un partido de
fútbol, así que la noticia del Armisticio ha pasado a un segundo plano».
El cabo Flowers de la
sección de transporte motorizado había conseguido salir vivo de la contienda. «Estábamos todos los compañeros, celebrando la buena nueva, hablando... El
oficial se acercó a mí y me dijo que tenía que hablar conmigo. Una vez en su
despacho me preguntó: "¿Ha tenido noticias de su mujer estos últimos
días?" Le contesté que había recibido una carta el día anterior en la que
me decía que se había ido a cuidar a su madre, enferma de gripe.... y me cortó.
Le dije: "No irá a decirme lo que estoy pensando". "Me temo que
sí. Tengo aquí un telegrama en el que dice que ha fallecido". Me desmayé
en sus brazos».
En París, el primer
ministro George Clémenceau, de 77 años, se fundió en un abrazo con su eterno
rival, el presidente Raymond Poincaré, y gritó: «¡Hoy he besado a más
de 500 chicas!».
En St. Hippolyte du
Fort, Marcel Barral recuerda: «Las campanas empezaron a tocar... Los
alumnos salieron de las clases y se precipitaron a la tienda de Lamouroux...
Compraron todo tipo de petardos y cohetes». Pero uno de los chicos estaba triste: «Todos estáis contentos. Vuestros padres van a volver, pero el mío está
muerto».
En un hospital militar
alemán, Adolf Hitler, que se recuperaba de un ataque aéreo que le había dejado
temporalmente ciego, se retorcía en su cama: «Metí la cabeza debajo
de las sábanas... Todo había sido en vano... Aquellas noches sentí un gran
odio. Odiaba a los que eran responsables de aquella rendición... Esa noche decidí
que si recobraba la vista, me metería en política».
Stephen Bates/The Guardian-El Mundo, 1998
Stephen Bates/The Guardian-El Mundo, 1998
lunes, 4 de febrero de 2013
¿Cómo se produjo el crack de 1929?
Pincha aquí para ver una fantástica presentación de cómo se produjo el crack bursátil de NY en 1929.