jueves, 5 de diciembre de 2013

JUSTINIANO Y TEODORA. "RETRATOS" DE HACE CASI 1500 AÑOS

Tal vez uno de los conjuntos que muestra con mayor claridad el esplendor del arte bizantino (dejando a un lado, claro está, la basílica de Santa Sofía) sea el de la iglesia de San Vital de Rávena (Italia), cuya construcción finalizó en el año 547. Y lo es no sólo por el hecho de que un edificio tan bello y de tal antigüedad se haya conservado prácticamente intacto, sino también porque en él se alberga una importante colección de mosaicos que demuestran rotundamente la maestría y la perfección a la que llegaron los musivarios bizantinos.

Mosaico de Justiniano. (547). Ravena. 
Entre la larga serie de mosaicos de la iglesia son destacables los dos paños que representan en el interior del ábside a los emperadores Justiniano y Teodora, acompañados de sus respectivos séquitos, realizando una ofrenda en el propio templo. Sabemos fehacientemente que ninguno de ellos visitó jamás la iglesia, porque nunca estuvieron en Ravena (que había sido conquistada por Belisario en el año 540) y, sin embargo, estas son las únicas representaciones que nos han llegado del emperador y su esposa, una especie de "retratos oficiales", con cierta idealización, de casi 1500 años de antigüedad.
Ambos mosaicos son bien conocidos. En las imágenes que acompañan al texto puede verse quiénes son los personajes que aparecen representados en cada uno de ellos. Los dos conjuntos presentan numerosas semejanzas: todas las figuras aparecen mostradas de frente, con los pies dispuestos en v y con miradas bastante penetrantes, pero hay cierta rigidez en ellos. No existe perspectiva, sustituida en el mosaico de Justiniano por un fondo de color verde y dorado y, en el de Teodora, por una decoración arquitectónica en la que podemos ver una hornacina. En este caso, a la izquierda, una rica cortina parcialmente descorrida deja entrever la ilusión de un espacio posterior, dispuesto en negro.
Mosaico de Teodora. 547. Ravena. 

Pero fijémonos un momento en los dos personajes principales. Van ataviados con ricos ropajes, que simbolizan su superioridad en la jerarquía bizantina. Sus clámides son de color púrpura, atributo exclusivo de la dignidad imperial; ambos llevan coronas y sendos nimbos rodean sus cabezas. he aquí una alusión al doble poder del emperador: el terrenal (la corona) y el espiritual (el nimbo), éste en su condición de representante de Dios en la tierra. La presencia de los Reyes Magos en la clámide de Teodora (curiosamente, antigua prostituta) es una alusión más a la realeza imperial. Pero ambos acuden a la ceremonia de consagración del templo (en el que, recordemos, nunca estuvieron) y lo hacen portando ofrendas: Justiniano una patena y teodora un cáliz, los dos de oro. Se simboliza así que por encima de los emperadores se halla el poder de Dios, al que aquéllos se someten de buen grado.

Un retrato oficial, en suma, de mediados del siglo VI d.C., que recoge la denominada oblatio imperial. Por eso los convencionalismos que hemos señalado. Si embargo, en el mosaico de Teodora el artista se permitió una cierta licencia; a la izquierda, en primer plano, figura una fuentecilla de la que mana agua. Un detalle que busca el naturalismo. Pero, claro, siempre podría argumentarse que Cristo es la fuente eterna, que nunca se agota. Y además, los emperadores no vieron nunca cómo quedaron representados aquí en San Vital.

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